Anciana de 86 años apostadora
Una Anciana de 86 años ingresa al Banco central con un bolso lleno de dinero e insistió en que debía hablar con el Presidente del Banco.
El Presidente del Banco se acercó y le preguntó:
¿En qué la puedo ayudar?
Deseo depositar estos 200.000 mil dólares a mi cuenta
El Presidente del banco le preguntó:
– Señora, de dónde ha sacado tanto dinero?.
La abuela le contestó:
“Bueno, hago apuestas”.
– ¿Apuestas?, preguntó el Presidente, ¿Qué tipo de apuestas?.
La abuela le contestó:
“Bueno, por ejemplo:
¡Le apuesto a usted 25.000 dólares a que sus pelotas son cuadradas!.
El Presidente soltó una carcajada y dijo:
“Esa es una apuesta estúpida. Usted nunca puede ganar con una apuesta de este tipo”.
La abuela lo desafió. “
Bueno, ¿estaría usted dispuesto a aceptar mi apuesta?”.
¡Por supuesto!, respondió el Presidente.
¡Apuesto 25.000 dólares a que mis pelotas no son cuadradas!.
La abuela dijo:
“De acuerdo, pero como hay mucho dinero en juego, ¿puedo venir mañana a las 10 con mi abogado para que haga de testigo?.
“Por supuesto”, respondió el confiado Presidente.
Aquella noche, el Presidente estaba muy nervioso por la apuesta y pasó largo tiempo mirándose sus pelotas en el espejo, volviéndose de un lado a otro una y otra vez.
Se hizo un riguroso examen y quedó absolutamente convencido de que sus pelotas no eran cuadradas y que ganaría la apuesta.
Al día siguiente a las 10 de la mañana, la abuela se presentó en el banco con su abogado y tras hacer las oportunas presentaciones, repitió su apuesta:
“25.000 dólares a que las pelotas del Presidente son cuadradas”.
El Presidente aceptó de nuevo la apuesta y la abuela le pidió que se bajara los pantalones para pudieran ver sus pelotas.
El Presidente se los bajo.
La abuela se acercó y miró sus pelotas detenidamente y le preguntó si las podía tocar.
“Bien, de acuerdo”, dijo el Presidente, “25.000 dólares es mucho dinero y comprendo que quiera estar absolutamente segura”.
Mientras la abuela tocaba las pelotas del Presidente, el abogado empezó a golpearse la cabeza contra la pared.
El Presidente asombrado preguntó a la abuela:
“¿Qué le pasa a su abogado?.
Ella contestó:
“Nada, sólo que he apostado con él 100.000 dólares a que hoy a las 10 de la mañana tendría las pelotas del Presidente del Banco central en mis manos”.
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