viernes, febrero 7, 2025
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Anciana de 86 años apostadora

Anciana de 86 años apostadora

Una Anciana de 86 años ingresa al Banco central con un bolso lleno de dinero e insistió en que debía hablar con el Presidente del Banco.

El Presidente del Banco se acercó y le preguntó:

¿En qué la puedo ayudar?

Deseo depositar estos 200.000 mil dólares a mi cuenta

El Presidente del banco le preguntó:

– Señora, de dónde ha sacado tanto dinero?.

La abuela le contestó:

“Bueno, hago apuestas”.

– ¿Apuestas?, preguntó el Presidente, ¿Qué tipo de apuestas?.

La abuela le contestó:

“Bueno, por ejemplo:

¡Le apuesto a usted 25.000 dólares a que sus pelotas son cuadradas!.

El Presidente soltó una carcajada y dijo:

“Esa es una apuesta estúpida. Usted nunca puede ganar con una apuesta de este tipo”.

La abuela lo desafió. “

Bueno, ¿estaría usted dispuesto a aceptar mi apuesta?”.

¡Por supuesto!, respondió el Presidente.

¡Apuesto 25.000 dólares a que mis pelotas no son cuadradas!.

La abuela dijo:

“De acuerdo, pero como hay mucho dinero en juego, ¿puedo venir mañana a las 10 con mi abogado para que haga de testigo?.

“Por supuesto”, respondió el confiado Presidente.

Aquella noche, el Presidente estaba muy nervioso por la apuesta y pasó largo tiempo mirándose sus pelotas en el espejo, volviéndose de un lado a otro una y otra vez.

Se hizo un riguroso examen y quedó absolutamente convencido de que sus pelotas no eran cuadradas y que ganaría la apuesta.

Al día siguiente a las 10 de la mañana, la abuela se presentó en el banco con su abogado y tras hacer las oportunas presentaciones, repitió su apuesta:

“25.000 dólares a que las pelotas del Presidente son cuadradas”.

El Presidente aceptó de nuevo la apuesta y la abuela le pidió que se bajara los pantalones para pudieran ver sus pelotas.

El Presidente se los bajo.

La abuela se acercó y miró sus pelotas detenidamente y le preguntó si las podía tocar.

“Bien, de acuerdo”, dijo el Presidente, “25.000 dólares es mucho dinero y comprendo que quiera estar absolutamente segura”.

Mientras la abuela tocaba las pelotas del Presidente, el abogado empezó a golpearse la cabeza contra la pared.

El Presidente asombrado preguntó a la abuela:

“¿Qué le pasa a su abogado?.

Ella contestó:

“Nada, sólo que he apostado con él 100.000 dólares a que hoy a las 10 de la mañana tendría las pelotas del Presidente del Banco central en mis manos”.

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